Los secretos de los portales de la Cava Baja

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Restos de la muralla cristiana de Madrid

Los secretos de los portales de la Cava Baja

Algunas calles madrileñas esconden secretos increíbles. Sin embargo, si atendemos a las pistas que nos da el callejero podemos acercarnos a ellos. En esta ocasión, nos vamos hacia las Cavas, una de las zonas más frecuentadas por sus restaurantes, bares de tapas y copas que, más allá de estas frivolidades, esconden secretos tras sus portales. ¿Queréis saber de qué se trata? ¡Os animo a seguir leyendo!

Tras los restos de la muralla

De un tiempo a esta parte, me ha llamado mucho la atención los restos que existen en Madrid de sus dos murallas medievales: la musulmana y la cristiana. Sin embargo, más allá de los restos visibles quise conocer aquellos que no están al aire libre, aquellos que permanecen ocultos tras los portales o formando parte de los muros de un restaurante. Decidí, pues, ir hacia las Cavas.

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Imagen tomada del plano de Texeira (1640), donde se aprecian las murallas intraedificios

El sustantivo cava ya dice mucho sobre qué tipo de construcción pudo haber en ese entorno madrileño. Una de las acepciones que recoge el DRAE sobre este término alude a su función militar: «excavación que circuye la fortaleza». Más aún, etimológicamente está relacionada con el verbo «cavar». Por tanto, ya tenemos argumentos para responder a ciertas preguntas: ¿qué construcción circuye las fortalezas? Las murallas; ¿o qué solía haber junto a las murallas para potenciar su poder defensivo? Los fosos o cavas.

Otra pista que nos conducen a las cavas como para buscar los restos de murallas nos lo da la morfología de estas calles. No son calles completamente rectas; tienen una ligera curvatura, una inclinación, como si se tratase de una muralla, en este caso formada por edificios, la mayoría de ellos del siglo XIX.

Por último, para corroborar mi afirmación, entre otras fuentes, el plano de Texeira nos da una pista definitiva. Para aquellos que necesiten ver para creer, en la foto que os adjunto más arriba podéis comprobarlo. ¿Las veis? Veis las murallas incrustadas entre los edificios? Para aquellos que os cueste más encontrar los restos, os los he redondeado en rojo.

Restos en Cava Baja, 30

Como os dije, hacia las cavas me dirigí y de entre todos los portales decidí entrar en éste. ¿Impresionante, no?

Pues bien, sé que hay muchos más restos escondidos, pero ésos os los dejo a vosotros para que los encontréis… ¡Disfrutad de vuestra búsqueda!

¿Por qué a los madrileños se les llama «gatos»?

Muralla árabe de Madrid

Restos de la muralla árabe de Madrid.

¿Por qué a los madrileños se les llama «gatos»?

Ayer, Carmen, una de nuestras lectoras, realizó un comentario en la entrada sobre la estatua de la libertad madrileña, en la que se preguntaba por las historia de los gatos en Madrid. Resulta difícil afirmar que en Madrid haya más gatos que en otras ciudades españolas, europeas o mundiales, pero sí conocemos el origen legendario sobre por qué a los madrileños -bueno, más bien a los de tercera generación- se les identifica con este felino. ¿Queréis saber cuál es? ¡Pues no dejes de leer!

Corría el año 1085…

El rey castellano leonés Alfonso VI se propuso reconquistar la ciudad de Toledo, por aquel entonces en manos de los musulmanes. Sin embargo, en su camino tenía que franquear la dura barrera defensiva creada por Mohammed II en el siglo IX, donde Mayrit era el bastión más inexpugnable.

Tras varios días de asedio infructuoso, uno de los soldados castellanos propuso a sus superiores una solución. Este soldado conocía bien la ciudad y los puntos débiles de la muralla, ya que era un madrileño cristiano que huyó junto a otros para unirse a las tropas de Alfonso VI. Después de mucha deliberacion, los mandos decidieron llevar a cabo el plan de conquista.

Llegó el día de poner en práctica el plan. Un grupo de soldados marchó con el joven mozo hacia uno de los puntos débiles de la muralla y éste, ayudado de una daga que iba clavando en las juntas de la muralla, logró escalarla y coger por sorpresa a los vigilantes musulmanes de la plaza. Los soldados comentaron entre ellos la habilidad trepadora del mozo y le compararon con un gato.

No quedó constancia del nombre del mozo trepador, pero sí del apodo que recibió: gato. Tanto es así que, como sucedía en muchos pueblos hasta hace bien poco, el mote tornóse apellido familiar. El linaje de los Gato al tiempo se convirtió en sinónimo de nobleza castiza, y todo aquel que se considerase madrileño de pura cepa lo lucía con orgullo entre sus apellidos. Ser un Gato equivalió a ser madrileño original. Uno de ellos, Juan Álvarez Gato, tiene un famoso callejón cerca de la plaza de Santa Ana.

Calle de Álvarez Gato

Calle de Álvarez Gato.

El pozo del milagro de san Isidro

El pozo del milagro de san Isidro

El pozo del milagro de san Isidro

El pozo del milagro de san Isidro

Hoy es 15 de mayo, festividad de san Isidro, día que los madrileños celebramos ya sea en la pradera, ya sea de puente. Para celebrar esta festividad, desde Rutas por Madrid os traemos uno de los milagros que el patrón de Madrid realizó allá por el siglo XIII. Nos referimos, como bien indica el nombre de la entrada, al milagro del pozo. ¿Quieres saber qué pasó en este pozo y alguna curiosidad más? ¡Pues sigue leyendo!

Los hechos

Cuentan las crónicas de Juan Diácono sobre la vida de san Isidro los siguientes hechos: como todas las mañanas, Isidro salió de su casa, próxima a la iglesia de San Andrés, hacia los campos de su señor Iván de Vargas. Su mujer María quedó en casa cuidando a Illán, el recién nacido hijo de la pareja, además de la multitud de tareas propias del hogar.

Como todos sabréis, Isidro era conocido por su capacidad para encontrar aguas subterráneas -muy abundantes en Madrid-. Abrió varios pozos, uno de ellos en su propio hogar. Illán, curioso como todos los bebés, solía despegarse de su madre para investigar el mundo que le rodeaba. Pues bien, esa mañana le llamó la atención este pozo, con tan mala suerte que cayó dentro de él al asomarse al brocal.

María escuchó los llantos de su hijo y acudió al pozo, de donde provenían. A pesar de el susto inicial, mantuvo la calma e hizo llamar a Isidro para que regresase a casa a escape.

El milagro

Al llegar Isidro junto al pozo confió en la ayuda divina. Isidro y María Toribia comenzaron a rezar junto al brocal con tanta fuerza que las aguas comenzaron a elevarse milagrosamente logrando sacar al joven Illán al exterior.

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El pozo del milagro de san Isidro

El pozo en la actualidad

Con las obras de remodelación de la antigua residencia de los condes de Paredes, para destinarlas al Museo de los Orígenes, el pozo es visitable nuevamente. Estuvo durante muchos años en un estado lamentable, cubierto por unas planchas de uralita y unos maderos viejos. Sin embargo, hoy en día tiene un nuevo brocal y es pieza clave de este museo de Madrid.

¿Aún no has pasado a verlo?

La iglesia más antigua de Madrid

Ermita de Santa María la Antigua (Carabanchel)

Ermita de Santa María la Antigua (Carabanchel)

La iglesia más antigua de Madrid

Recientemente, se ha hablado mucho sobre una placa retirada del cementerio parroquial de Carabanchel Bajo por parte de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Madrid. Sin entrar en polémicas sobre si está mal o bien, he querido traeros una nueva entrada sobre esta ermita que se levanta junto a este cementerio que, como bien indica el nombre, se trata de la más antigua del actual municipio de Madrid: la ermita de Santa María la Antigua.

En la calle de Monseñor Óscar Romero, fuera de todos los itinerarios turísticos habituales, se levanta esta ermita de Santa María la Antigua, la más antigua del Madrid actual. Esto se debe a que Carabanchel no se incorporó al municipio de Madrid hasta bien entrado el siglo XX, siendo independiente hasta entonces. Así pues, debido a esto, esta ermita ha desbancado de la primera posición a la iglesia de San Pedro el Viejo, la más vetusta, eso sí, del antiguo Madrid. Ésta es, pues, la primera curiosidad que esconde.

Ermita de Santa María la Antigua (Carabanchel)

Ermita de Santa María la Antigua (Carabanchel)

Os podéis preguntar… ¿y cómo sabemos su antigüedad? Para ello, tenemos dos fuentes: en primer lugar, los restos que en ella se conservan. A pesar de las sucesivas remodelaciones, se han encontrado restos de pinturas románicas y mudéjares. Así, algunos historiadores han datado su edificación en el siglo XIII, por el tipo de arquitectura rural -Carabanchel era un pequeño pueblo dependiente de la diócesis de Toledo-, además de por los restos pictóricos hallados en su interior. Éstos se encuentran en muy mal estado, y se reducen a unas pinturas que decoran las columnas que sostienen el coro -con escenas de la vida de san Isidro y con escudos de Castilla y León (de estilo mudéjar)-; y lo que parecen las pinturas de los pies de un santo (de origen románico).

Por otra parte, tenemos una segunda fuente: el códice de Juan Diácono sobre la vida y milagros del patrón de san Isidro Labrador. Es tradición que san Isidro visitaba esta ermita con frecuencia, ya que labraba los campos que Iván de Vargas tenía en los Carabancheles. Más aún, en su interior se ha hallado un pozo con una inscripción del siglo XVIII que reza «Pozo de Sn. Ysidro». ¿Pudo el santo abrirlo, como hizo con otros muchos de la ciudad de Madrid?

Sin embargo no acaba aquí su relación con el santo patrón, sino que también Juan Diácono ubica en las proximidades de esta ermita dos de sus milagros: el de la merienda -o del pan y del queso- y el del lobo.

Sin duda alguna, la ermita que vio san Isidro en el siglo XIII no sería igual a la que vemos hoy en día; pero sí que se puede afirmar que existía entonces, como bien atestiguan algunos de sus restos y tradiciones.

La fuente Castellana

Fuente de la Castellana

Fuente de la Castellana.

La fuente Castellana

Paseando por el Madrid Río, entre los árboles, distinguí un obelisco coronado por una estrella. Crucé el modernísimo puente de la Arganzuela y me dirigí allí y encontré este monumento del cual no había ninguna referencia -al menos yo no la vi-. En un libro sobre el paseo de la Castellana, recordé que hubo en la glorieta de Emilio Castelar una fuente del siglo XIX que acabó en la Arganzuela y fue sustituida por el actual monumento de Benlliure. Sin embargo, quise investigar un poquito más sobre esta fuente y, como en otros monumentos madrileños, ha viajado por varios sitios antes de acabar aquí en 1969. ¿Quieres conocer la historia de la fuente Castellana?

Su origen y primera ubicación

En el año 1830 Fernando VII tuvo al fin descendencia. El nacimiento de su primera hija, Isabel, futura reina Isabel II, le llenó de orgullo y, aparentemente, aclaraba la solución dinástica. Por ello, decidió erigir este monumento para conmemorar el nacimiento de Isabel. Sin embargo, el monumento se comenzó a levantar en 1833, año en que falleció Fernando y comenzó el reinado Isabel a la edad de tres años.

Las obras comenzaron el 11 de octubre de 1833, un día después del cumpleaños de la heredera y se prolongaron durante unos cinco años. El monumento fue encargado a Francisco Javier de Mariategui, quien fue ayudado por José de Tomás en la ornamentación, el cantero José Arnilla y el broncista Eugenio Alonso. A pesar de que se pensó ubicarla al final del paseo del Cisne -actual paseo de Eduardo Dato-, donde se hizo un modelo en madera, el obelisco se erigió en la glorieta de Emilio Castelar, añadiéndole una fuente con pilón flanqueada por dos surtidores con forma de esfinge.

Grabado de la Fuente Castellana

Grabado de la Fuente Castellana (1833). Acompañaba a la imagen el siguiente texto: «Vista del obelisco erigido en el nuevo paseo desde la puerta de Recoletos hasta la fuente Castellana». (Fuente: Biblioteca Nacional de España)

Los desmembramientos y los cambios de ubicación

La fuente, que daba nombre al arroyo que transcurría bajo el actual paseo de la Castellana, estuvo en uso hasta 1869, año en que se decidió retirar los caños en forma de esfinge y llevarlas para que adornasen la entrada al estanque del Retiro. Además, el pilón se sustituyó por una zona ajardinada. La fuente había dejado, pues, de tener uso.

En 1906, con motivo de la erección del monumento creado por suscripción pública al afamado político Castelar, la fuente fue desmontada, pasando la glorieta de llamarse del Obelisco a glorieta de Emilio Castelar. No se supó qué hacer con el monumento hasta 1914, cuando se decidió darle su nueva ubicación: la plaza de Manuel Becerra, donde volvió a recobrar su función acuática al añadírsele un nuevo vaso circular y las antiguas esfinges surtidoras.

Allí permaneció hasta 1969, año en que fue reubicada en su actual localización: el parque de la Arganzuela, junto al río Manzanares y próxima al puente de Toledo. Formó parte entonces de una nueva fuente con juegos de agua.

Con las obras de soterramiento de la M-30 y del Madrid Río (2004-2007), sufrío el último cambio, perdiendo toda la importancia que tuvo en otro tiempo, sin ocupar un lugar destacado dentro del parque -se le quitó su función acuática y se escondió-, a pesar de su historia y su interés histórico artístico.

Fotografía de la fuente Castellana

Madrid. Paseo de la Fuente Castellana. Fotografía tomada por Laurent hacia 1870. (Fuente: Biblioteca Nacional de España)

Inocente, inocente…

Para terminar esta entrada… una curiosidad. El 28 de diciembre de 1906 -día de los Inocentes- el diario ABC sacó una noticia en la que se aseguraba que se habían encontrado un arca con unos documentos y unas monedas en su interior bajo la fuente en su primer desmontaje. Los interesantes hallazgos se llevaron al palacio de Bellas Artes donde todos los madrileños podían ir a verlos -afirmaba el diario-. Lo simpático de la noticia no es la inocentada como tal… ¡sino que muchos madrileños picaron y acudieron a ver los documentos!

¿De dónde viene el nombre del Campo del Moro?

El Palacio Real desde el Campo del Moro

El Palacio Real desde el Campo del Moro

¿De dónde viene el nombre del Campo del Moro?

Como muchos de vosotros sabéis ya, Madrid fue fundada por los musulmanes en el año 852 por el emir de Córdoba Mohamed I. No nos quedan muchos restos de entonces, tan sólo parte de la muralla y alguna que otra torre defensiva. Sin embargo, actualmente hay uno de los jardines más hermosos de Madrid entre el Palacio Real y el río Manzanares cuyo nombre es Campo del Moro que algunos creen que es de esa época y que tenía relación con la fundación de nuestra capital… ¡pero no es así! ¿Quieres conocer de dónde viene el nombre de este parque y algún secreto que esconde? Pues sólo tienes que seguir leyendo.

Para conocer el origen del nombre del Campo del Moro tenemos que retroceder en el tiempo hasta el siglo XII, en concreto hasta el año 1109. Madrid ya había sido conquistada (que no reconquistada, ya que no existía como ciudad en tiempos de los visigodos) por los cristianos. Pero, como tierra fronteriza, mucho tiempo corrió peligro de volver a caer bajo el yugo de la media luna. En una de esas avanzadillas árabes hacia el Norte, las tropas almorávides, al mando de Alí ben Yusuf, levantaron un campamento de asedio extramuros de la ciudad, justo en frente del antiguo alcázar medieval. Por este motivo, recibió el nombre de Campo del Moro esta zona próxima al alcázar. Allí asentados, pretendían mermar tanto la moral como los sumistros de los habitantes de la villa.

El milagro de la Virgen de la Almudena

Los madrileños, resignados ante el ímpetu musulmán, no disponían de medios materiales para expulsar a los árabes de las proximidades de Madrid. Sin embargo, un día los madrileños comprobaron que los musulmanes levantaban el sitio sin explicación alguna. ¿Qué había sucedido?

Pues bien, cuenta la leyenda que los madrileños sí que tenían el apoyo divino ya que la Virgen de la Almudena intercedió en su favor. ¿Cómo? Se dice que a través de un brote de peste que sólo afectó a las tropas sitiadoras. Ya veis, un milagro de Nuestra Señora que los madrileños agradecieron con un Te Deum y sacando a la Virgen en procesión.

Otras curiosidades

Quizás una de las historias más conocidas sobre el Campo del Moro es la del fantasma embozado. Se decía que por los sinuosos caminos del parque un fantasma embozado se aparecía a las jóvenes cortesanas, las únicas que entonces tenían acceso al jardín. El aparecido, con intenciones galantes, les contaba que era un espíritu dolido por el amor no correspondido de una mujer. Lo que resultaba más curioso de esta historia es que las damas, lejos de amedrentarse, le seguían el rollo y al final caían en su engaño.

Durante muchos años, muchas mujeres que quedaban embarazadas de un padre desconocido acusaban a este fantasma embozado como culpable, lo cual indica que, a lo mejor, no era tan étereo como se creía…

Por último, hay otra leyenda que nos lleva a la Edad Media, en concreto al reinado de Juan II, padre de la reina Isabel la Católica. Entre los múltiples regalos que recibían los reyes, a Juan II le regalaron un osezno, el cual iba acompañado por su domador húngaro. Los métodos que utilizaba este domador eran realmente violentos, basados en maltratos y golpes. Una mañana los barrotes de la jaula del animal estaban forzados y ambos, domador y osezno, habían desaparecido misteriosamente. La leyenda cuenta que por las noches se oyen gruñidos, se ven sombras entre los árboles y se sienten movimientos extraños. Los testigos de tan inquietante escena afirman que se trata de un oso furioso que persigue a una persona, quizás el domador que tan mal le hizo pasar en vida… ¿Te atreves a pasar una noche en el Campo del Moro para comprobarlo?

Las verbenas de agosto de Madrid

Verbenas de agosto en Madrid
Verbenas de agosto en Madrid

Verbenas de agosto en Madrid

Las verbenas de agosto de Madrid

¡Ya estamos en el mes de agosto! Y, por tanto, ¡de verbenas! Las verbenas son fiestas populares con baile que se celebran por la noche, al aire libre y, generalmente, con motivo de alguna festividad. Aquí en Madrid, en concreto, hilamos tres seguidas: la de San Cayetano, la de San Lorenzo y la de la Paloma, en los barrios más castizos de Madrid: Lavapiés y La Latina. Pero, ¿quieres saber un poquito más sobre cada una de ellas? Pues aquí tienes esta entrada para que las conozcas más allá de los puestos de cervezas, calimochos y bocadillos de sabores varios, siempre altos en colesterol del bueno.

La verbena de San Cayetano (7 de agosto)

Iglesia de San Millán y San Cayetano

Iglesia de San Millán y San Cayetano

San Cayetano

San Cayetano

Comenzamos con la verbena de San Cayetano el 7 de agosto. Cayetano de Thiene, san Cayetano, era un aristócrata veneciano que vivió durante el siglo XVII. Tras estudiar Derecho, y pasados treinta años, se ordenó sacerdote y fundó entonces varios hospitales dedicados a ayudar a los más necesitados.

En 1633, la orden teatina (o de Clérigos Regulares), que él fundó, recibió un pequeño oratorio dedicado a san Marcos y a Nuestra Señora del Favor en la calle de Embajadores. Poco tiempo duró este oratorio, ya que fue sustituído en 1633 para edificar la actual iglesia, obra de Marcos López pero con intervenciones de José de Churriguera, Pedro de Ribera y Francisco Moradillo. Exactamente no es el templo original, ya que el 19 de julio de 1936 fue incendiada con latas de gasolina por un revolucionario. En los años 60 del siglo XX se llevó a cabo la reconstrucción.

Las calles de este popular barrio se decoran con mantones y farolillos para celebrar la verbena en honor a san Cayetano ya desde comienzos del mes de agosto. Como sucedía ya en el siglo XIX, desde primeras horas de la mañana, los vecinos se agolpan en la puerta de la iglesia que acuden al besapiés. Después, en una carroza floreada, se saca al santo en procesión. Por último, para terminar, por la noche se va a la verbena, donde el chotis y la música acompañan a los asistentes hasta el día siguiente.

La verbena de San Lorenzo (10 de agosto)

Iglesia de San Lorenzo

Iglesia de San Lorenzo

Cuando acaban las fiestas por San Cayetano, comienzan las de San Lorenzo. Sólo unas calles más abajo, en Lavapiés, el arzobispo de Toledo ordenó construir en 1660 una iglesia bajo la advocación de este santo oscense nacido en el siglo III y muerto en una parrilla por orden del emperador Valeriano. Construida sobre una antigua sinagoga, el edificio barroco sufrió un incendio en 1851, quedando seriamente dañado. A pesar de ello, se mantuvo en pie hasta que en 1936 se destruyó por completo fruto de otro incendio provocado por las turbas revolucionarias. En 1942 se comenzó la restauración, totalmente diferente a la original barroca.

Existía una tradición, actualmente olvidada, que consistía en sacar una réplica de la imagen de cartón y madera del santo por la torre del campanario. Tan sólo se conserva la típica procesión del santo por las calles de su popular barrio de Lavapiés.

La verbena de la Paloma (15 de agosto)

Virgen de la Paloma

Virgen de la Paloma

Iglesia de la Paloma

Iglesia de la Paloma

Terminamos este repaso por las verbanas de agosto de Madrid con la más conocida de todas ellas: la verbena de la Paloma.

Se trata de una celebración muy reciente, ya que data de finales del siglo XVIII. Corría el año 1787, cuando una vecina del barrio, Isabel Tintero, intercambia el cuadro de la Virgen con el que jugaban unos niños por unas monedas. La restauró como pudo y la colocó en la puerta de su casa, en la actual calle de la Paloma. La noticia se extendió por el barrio y muchos vecinos acudieron a rezarla.

Cada vez más gente acudía a adorar a la Virgen de la Soledad -que es su advocación-, por lo que el portal se quedó pequeño. De hecho, entre las madres se creó la costumbre de presentar a sus hijos recién nacido a la Virgen -tradición que aún se mantiene-. Entre otras, la reina María Luisa, esposa de Carlos IV, llevó a su hijo Fernando, el Príncipe de Asturias, aquejado de frecuentes enfermedades, ante la Virgen para que intercediera por él. Así, en 1795, tras ofrecer una habitación de su casa, se construyó una pequeña capilla, nombrando a Isabel capellana y administradora, actividad que bien cumplió durante la ocupación francesa ocultando las joyas y la propia imagen de la Virgen.

Isabel Tintero falleció en 1813. Sin embargo, la devoción no murió con ella; sino todo lo contrario. En 1891 se convirtió en la parroquia de San Pedro el Real, debido al mal estado de la de San Pedro el Viejo. Además, entre 1896 y 1911, se levantó la nueva iglesia que hoy vemos, mucho más acorde al nuevo papel parroquial que debía desempeñar.

Desde el comienzo, la Virgen de la Paloma tuvo su fiesta a mediados de agosto, con Salve el 14 y misa el 15. Una procesión recorría las calles cercanas al templo. Todos los años, el cuadro de la Virgen de la Paloma es descendido por un bombero y colocado en la carroza para procesionar.

Con tanta verbena y festividad… ¡quién quiere irse de vacaciones fuera de Madrid!

El pasadizo del Rey

Entrada al pasadizo del Rey

Entrada al pasadizo del Rey

El pasadizo del Rey

El subsuelo de Madrid está lleno de pasadizos. Los más conocidos son los cientos de kilómetros de las líneas de Metro, Cercanías y los pasillos, algunos de ellos interminables -como los de la estación de Diego de León-. Otro famoso túnel es el tramo soterrado de la M-30, que transcurre bajo nuestro caudaloso río Manzanares. Gracias a su soterramiento, además de acercar los barrios anteriormente separados por la autopista, los madrileños tenemos un nuevo espacio de ocio, deporte y naturaleza: el Madrid Río. Sin embargo, no todos saben que este proyecto supuso la desaparición de un no tan conocido pasadizo: el pasadizo del Palacio Real.

Para saber un poco más sobre su origen tenemos que transportarnos a 1810. El hermano del emperador Napoleón Bonaparte, José, gobernaba en España. Sin embargo, vivía con miedo a que se repitiesen los hechos del 2 de Mayo, cuando el pueblo de Madrid se alzó en contra de la ocupación francesa y que supuso el comienzo de la Guerra de la Independencia. Por ello, el Rey se dirigió a Juan de Villanueva para encargarle un túnel que condujese desde el Palacio Real hasta el palacete de la Casa de Vargas, en la Casa de Campo, donde por motivos de seguridad había fijado su residencia. Este túnel salía desde los jardines del Campo del Moro y tenía su salida a las puertas del Puente del Rey,

Tras la Guerra de la Independencia, el túnel se mantuvo como medida de seguridad por si en algún momento cualquier monarca tenía que huir con lo puesto. Si os preguntáis si alguna vez se dio el caso os diré que sí. Sobre las 20:45 del 14 de abril de 1931, Alfonso XIII lo utilizó para abandonar el Palacio Real tras la proclamación de la II República. Sin embargo, como decíamos al principio, nadie podrá volver a utilizarlo porque simplemente no existe. Eso sí, si queréis podéis ir al Campo del Moro, donde se conserva la puerta de entrada al túnel, perfecto para ir con caballerías o con los más modernos vehículos a motor; o en Madrid Río, frente al puente del Rey, donde hay una placa que indica dónde se encontraba la salida.

Salida del pasadizo del Rey hacia la Casa de Campo

Salida del pasadizo del Rey hacia la Casa de Campo

Nuestro siempre piropeado río Manzanares

Vista de Madrid, Anton Van der Wyngaerde (1562)

Vista de Madrid, de Anton Van der Wyngaerde (1562)

Nuestro siempre piropeado río Manzanares

A pesar de la riqueza de sus aguas, la ciudad de Madrid nunca ha podido jactarse de que por sus tierras discurriese un río tan caudaloso como el de otras capitales europeas. Conocido hasta el siglo XVI como Guadarrama, cuando cambió su nombre por el de Manzanares, por nacer en tierras pertenecientes al señorío de Manzanares el Real, siempre se ha caracterizado por su bajo caudal. Sin embargo, alguna que otra vez tuvo crecidas, como las sufridas en el siglo XV, que dieron nombre a alguna calle madrileña.

Sea como sea, a lo largo de la historia el Manzanares ha recibido multitud de piropos referentes a su caudal. A continuación podéis leer algunos de ellos.

Tirso de Molina

El monje mercedario comparó en su Oda al río Manzanares el curso del río con el universitario:

Como Alcalá y Salamanca
tenéis, y no sois colegio,
vacaciones en verano
y sólo curso en invierno.

Félix Lope de Vega

El gran poeta le dedicó los siguientes versos:

Manzanares, Manzanares,
arroyo, aprendiz de río,
platicante de Jarama,
buena pesca de maridos…
y aunque un arroyo sin bríos
os lave el pie diligente,
tenéis un hermoso puente
con esperanza de río.

El puente al que se refiere el poeta es al de Segovia, obra del arquitecto Juan de Herrera. De hecho, cuando el poeta fue invitado por el corregidor a la inauguración del puente, y se le pidió opinión sobre él, dijo: «No voy a dar una opinión, sino un consejo, señor corregidor: que la Villa de Madrid, una de dos, se compre un río o venda el puente». Imaginaos la reacción de los allí congregados…

Luis de Góngora

El cordobés no se quedó atrás piropeando a nuestro río. Lo hizo, por ejemplo, en este poema:

Duéleme de ese puente, Manzanares:
mira que dice por ahí la gente
que no eres río para medio puente
y que eres un río para treinta mares.

Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo, siempre tan ingenioso, también se refirió a nuestro río en los siguientes poemas:

Tiéneme del sol la llama
tan chupado y tan sorbido
que se mueren de sed
las ranas y los mosquitos.

Más agua trae en un jarro
cualquier cuartillero de vino
de la taberna, que lleva
con todo su argamandijo.

Otros piropos de literatos y visitantes

No sólo estos gigantes de las letras hicieron mofa y befa de nuestro río. Conocemos algunos comentarios de diplomáticos, ilustres visitantes y literatos. Entre estos últimos, destacamos a Ventura de la Vega, quien dijo que si en Madrid llovía, el río pediría a gritos un paraguas (no fuera a ser que se mojase). También el francés Alejandro Dumas, autor de Los tres mosqueteros, quien residió un tiempo en Madrid, afirmó que no podía escribir nada sobre nuestro río simplemente porque no consiguió verlo nunca. No sólo eso. Se dice que un día, muerto de sed, pidió a un aguador un vaso de agua del cual sólo bebió la mitad… ¡dejando la otra para que la echase al Manzanares!

Entre los ilustres visitantes, la condesa francesa de D’Aulnoy dijo que en los meses de junio y julio el cauce estaba tan seco que los madrileños hacían carreras de carruajes ¡de hasta dos mil participantes! (la condesa fue un poco exagerada; quizás unos mil hubiera sido más acertado). Por último, el embajador alemán Rhebiner, como buen diplomático, tuvo palabras alegres para el Manzanares. Afirmó que era el mejor río de Europa, ya que tenía la ventaja de ser navegable tanto en coche como a caballo…

Los leones de la diosa Cibeles

Fuente de Cibeles

Fuente de Cibeles

Los leones de la diosa Cibeles

Hace un tiempo hablábamos sobre la historia de dos famosos leones que hay en la ciudad de Madrid. Sin embargo, mientras que entonces comentábamos las dificultades en su elaboración, en esta ocasión retrocedemos en el tiempo hasta la antigüedad clásica para conocer por qué los nombres de los leones de la Cibeles son Atalanta e Hipómenes y por qué tiran de su carro. ¿Quieres saberlo? ¡Pues sigue leyendo!

El mito de Atalanta

Atalanta fue una heroína originaria de Beocia, una tierra dura y montañosa como es la península Balcánica. Mucho más dura fue su infancia, abandonada por su padre, quien sólo quería tener hijos varones, fue criada por una osa y, posteriormente, por un grupo de cazadores, de los que aprendió todas sus habilidades cinegéticas. Al llegar a la juventud, decidió permanecer virgen, consagrándose a la diosa de la caza, Artemisa. Sin embargo, un oráculo le predijo a la joven Atalanta que en el momento que se casase se convertiría en un animal.

Se hizo muy conocida en toda la Hélade por sus proezas, especialmente por las relacionadas con la caza (participó, por ejemplo, en la caza del jabalí de Calidón) o por su rapidez, imposible de vencer por cualquier hombre. Por ello, para evitar que el oráculo se cumpliese, Atalanta decidió que aquel que quisiese casarse con ella tendría que vencerla en una carrera; y, si no lo conseguía, el candidato encontraría la muerte a manos de su pretendida.

Varios candidatos habían caído en el intento, hasta que llegó Hipómenes, quien contó con la ayuda de Afrodita, la diosa del amor, para vencer a Atalanta. Ésta le dio unas manzanas doradas que Hipómenes debía ir soltando cada vez que la veloz heroína fuese a darle alcance. Así hizo y así logró la mano de Atalanta.

Los enamorados vivieron felices durante un tiempo. Un día, en una de sus cacerías, encontraron un templo de Cibeles, diosa de la Madre Tierra, y ebrios de pasión yacieron dentro de él. Este hecho llegó a los oídos de Zeus quien, encolerizado, convirtió a los dos amantes en leones, cumpliéndose así el oráculo, condenándolos a tirar del carro de la diosa regente del templo donde cometieron el sacrilegio.

Hipómenes y Atalanta, Guido Reni

Hipómenes y Atalanta, Guido Reni

¿Y por qué son dos leones macho?

Zeus no sólo castigó a los enamorados convirtiéndolos en leones sino que, además, quiso que ambos fuesen del mismo sexo. ¿A qué se debe esto? En Grecia, donde sí había leones, se creía que éstos no se reproducián entre sí, sino que lo hacían con hembras de leopardo -desconocían, por tanto, la existencia de las leonas-. Por otra parte, podemos pensar que Zeus también quiso matar el amor entre Atalanta e Hipómenes impidiéndoles amarse a pesar de su estado animal. Es por ello, si os fijáis, que los leones de la Cibeles no se miran, ignorándose, como si entre ellos jamás hubiese existido vínculo alguno.