Aquí no hay playa

Tras volver de unas reparadoras vacaciones en el Sur de España, he vuelto a la capital con las fuerzas renovadas. Han sido quince días tomando el sol y disfrutando de aquello que aseguran The Refrescos que no hay en Madrid: ¡¡playa!! -aunque ya haya una artificial en Parla y otra en el nuevo Madrid Río-.

Cuánto han cambiado las cosas -y Madrid- desde que este grupo creado en Madrid petara los altavoces de los Seat 127 en el verano de 1989. Convertido en éxito del verano, por encima incluso del incombustible Georgie Dann, desde entonces no ha dejado de sonar en los bares de copas y pubs madrileños, haciéndonos sentir orgullosos, por qué no, de no tenerla.

Aquí no hay playa

Podéis tener Retiro, Casa Campo y Ateneo,
podéis tener mil cines, mil teatros, mil museos,
podéis tener corrala, organillos y chulapas,
pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!

Aquí no hay playa. ¡Vaya, vaya! No hay playa. ¡Vaya, vaya!

Podéis decir a gritos que es la capital de Europa,
podéis ganar la Liga, ¡podéis ganar la Copa!,
afirmaréis seguros que es la capital de España…
pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!

Aquí no hay playa. ¡Vaya, vaya! No hay playa. ¡Vaya, vaya!

Podéis tener hipódromo, Jarama y Complutense
y al lado la Moncloa donde siguen los de siempre,
podéis tener el mando del imperio en vuestras manos,
pero al llegar agosto y el verano…

Podéis tener la tele y Los 40 Principales,
podéis tener las Cortes y organismos oficiales,
el Oso y el Madroño, Cibeles, Torrespaña,
pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!

Aquí no hay playa. ¡Vaya, vaya! No hay playa. ¡Vaya, vaya!

¡Escucha, Leguina!

Podéis tener Movida ¡hace tiempo!,
Movida promovida por el Ayuntamiento,
podéis rogar a Tierno o a Barranco o al que haya,
pero al llegar agosto, ¡vaya, vaya!…

Aquí no hay playa. ¡Vaya, vaya! No hay playa. ¡Vaya, vaya!