El kilómetro cero…

Kilómetro 0

Al igual que desde él salen las carreteras radiales de España, he querido que también sea el punto de partida de este blog. Si con este primer paso que estoy dando consigo, con el tiempo, acercar Madrid y su entorno a todos vosotros, habré creado un nuevo camino -en este caso virtual- cuyo final aún no conozco… pero sé que será grande.

«- ¿Dónde quedamos para tomar algo esta noche?
– Pues en el kilómetro cero.»

¿Quién que haya pasado por Madrid no conoce el kilómetro cero? Junto con el oso y el madroño o la Mariblanca, es el punto elegido por muchos madrileños para encontrarse entre la masa de gente que recorre la Puerta del Sol en todas direcciones. Tiene sus cosas positivas y negativas. En cuanto a las positivas, la placa del kilómetro cero es la única que, desde su instalación en 1950, no se ha cambiado de lugar… ¡ni se cambiará! Por otro lado, su aspecto negativo está claro: si todos los madrileños quedan allí… ¡a veces es difícil encontrarse!

Desde su origen, uno de los valores de la ciudad de Madrid es ser cruce de caminos en el centro peninsular, por lo que, entre otros motivos, en 1561 Felipe II decidió asentar la Corte en la villa. Ahora bien, no fue hasta el primer Borbón, Felipe V, cuando se establecieron los seis caminos radiales que parten desde Madrid. En 1761, Carlos III «nacionalizó» las carreteras, designándolas con números romanos (la Nacional I, a Burgos; la II, a Barcelona; la III, a Valencia; la IV, a Sevilla; la V, a Badajoz, y la VI, a La Coruña). Luego vinieron otras nomenclaturas que, verdaderamente, no vienen al caso.

¿Dónde quedamos?